El cantante madrileño, de 37 años, hará una gira de despedida y se retirará definitivamente para estar con su familia y dedicarse a la novela.
Diego cumple siete años en mayo. Esta mañana, su padre, el músico Rayden, lo ha llevado al colegio. Por el camino le ha explicado los motivos por los que ya no le va a ver cantando en la televisión o en los escenarios. La reacción primera del crío no ha sido positiva: “Me parece fatal, papá, porque la gente se va a poner muy triste sin tus canciones nuevas”. Luego, el progenitor le ha contado todo lo que van a hacer a partir de ahora, que se resume básicamente en pasar más tiempo juntos. “¿Iremos a esquiar juntos, entonces?”, ha preguntado Diego.
Rayden deja la música. Lo acaba de anunciar en una rueda de prensa en Madrid y previamente lo ha explicado en conversación con este periódico. Tiene 37 años y probablemente esté en uno de sus picos de popularidad, pero siente que “el trabajo ya está completado”. “No quiero volver a tirarme 20 días lejos de mi hijo en mi vida. No quiero pasar tanto tiempo fuera de mi casa. Nada es tan importante: ni nosotros somos tan importantes”. El músico madrileño asegura que se despide de “los discos, de las canciones y de los escenarios para siempre”. Aunque hay un mensaje final: el 21 de abril edita disco (La victoria imposible) e inmediatamente se pondrá de gira, que se extenderá hasta agosto de 2024. Después, se acabó.
“Nunca estuve tan nervioso”, apunta Rayden antes de anunciar oficialmente en una rueda de prensa que se aparta del primer plano de la música. El artista se percató de esta sensación crepuscular cuando editó su último trabajo, Homónimo, en 2021. Pero la excepcionalidad de la pospandemia y sus consecuencias lo llevaron a componer otro disco, el que ahora edita. “Al terminarlo lo que siento es que ya todo lo he contado, que no quiero arrastrarme por los festivales. Ahora que estoy en mi mejor momento puedo elegir, y elijo desengancharme”.
Las razones principales del madrileño son pasar más tiempo con su familia y dedicarse a la novela. “Cuando había funciones de mi hijo en el cole y yo estaba de gira siempre hacía combinaciones imposibles con trenes para estar allí. Pero ahora que está en el mejor momento de madurez e inteligencia emocional es algo que no me quiero perder”. Asegura que ha encontrado en el mundo de los libros una vocación que no ha sentido con la música. Además de dos poemarios, en enero publicó su primera novela, El acercamiento de la mujer cactus y el hombre globo, que ya ha despachado 10.000 ejemplares.
La gestión de la ansiedad y sus derivados con la salud mental también han tenido que ver en la decisión: “Como nunca he tenido la vocación de músico, cuando me soltaron ahí he intentado hacerlo lo mejor posible. Pero me he puesto en una situación límite a nivel mental para sacar lo mejor de mí, para raspar y sacar la verdad. Y creo que desde el mundo de las novelas se puede hacer desde otro punto, más relajado. También es verdad que cuando te abres desde dentro hay zonas que se hacen callo y hay menos zonas blandas desde las que sacar tu honestidad brutal. Para mí ha sido una carrera donde he llevado la honestidad por bandera y como no quiero que el día de mañana sea otra cosa, prefiero dejarlo”.
Siempre se ha considerado un músico por accidente. Hace 22 años, en las fiestas patronales de su ciudad, Alcalá de Henares (Madrid), su pandilla de amigos decidió formar un grupo. “Uno dijo: ‘Yo tengo unas letras’. El otro: ‘Yo sé algo de dj’. Y yo tenía unas poesías porque era muy introvertido y era mi manera de expresarme. Y dijimos: ‘¿Por qué no hacemos un grupo?’. Y empezó la cosa a crecer. Luego entré de suplente en una batalla de gallos [competiciones de raperos] y la cosa fue subiendo”.
De nombre real David Martínez Álvarez, comenzó su carrera participando en las batallas de gallos desde 2006. Su rapeado erudito le hizo subir escalones en este tipo de competiciones. Formó parte de bandas como Rap A3Bandas o Crew Cuervos. En 2010 editó su primer trabajo, Estaba escrito. Ha publicado seis discos de larga duración. En 2022 participó (con la canción Calle de la llorería) en Benidorm Fest, el concurso que designa al representante de España en Eurovisión. Rayden pasó a la final junto a Xeinn, Gonzalo Hermida, Blanca Paloma, Tanxugueiras, Varry Brava, Chanel y Rigoberta Bandini. Las polémicas y la calidad de los finalistas consiguieron una trascendencia como pocas veces ha tenido en España una clasificación para Eurovisión. El rapero quedó en cuarta posición, solo por detrás de Chanel, Rigoberta Bandini y Tanxugueiras.
Rayden ha ido perdiendo por el camino el rap para conformar una música pop para todos los públicos. Ha colaborado con artistas como Vanesa Martín, Iván Ferreiro, Leonor Watling, Andrés Suárez o Pablo López.
No descarta escribir canciones para otros artistas e incluso ejercer de manager de bandas. Dice amar la industria que “da a conocer canciones”, aunque no le convencen algunos aspectos comerciales: “A día de hoy el consumo de la gran masa abraza menos el concepto y más lo efímero. Parece que la música está en una cinta de bufé libre asiático, donde todo el rato tienes que pasar por el circuito a ver si te cogen. Hay una serie de velocidades y yo no quiero estar ahí”.
Afronta su última gira con emoción (”me he comprado una polaroid para hacer fotos de todos los conciertos”) y afirma que es una decisión irrevocable, a pesar de su juventud: “Esto es definitivo. No voy a volver dentro de un tiempo con otra formación o a anunciarme en solitario. No, no, no. Mi carrera musical se acaba en agosto de 2024. No voy a arrastrar al muerto. Quiero ser honesto”.
CRÉDITOS: REDACCIÓN EL PAÍS