México dará un giro a su política comercial a partir de 2026 con la aplicación de nuevos aranceles que alcanzarán hasta el 50% en productos importados provenientes de países con los que no mantiene tratados de libre comercio. La medida forma parte de una reforma orientada a fortalecer la industria nacional y reducir la dependencia de mercancías extranjeras de bajo costo.
El ajuste arancelario abarcará más de mil partidas y tendrá impacto en sectores estratégicos como el automotriz, el textil, el calzado, los electrodomésticos, los plásticos y el acero. Con este cambio, el gobierno busca crear condiciones más equitativas para los productores locales y frenar prácticas de competencia desleal.
Aunque la disposición no está dirigida a un país específico, China se perfila como uno de los principales afectados debido al volumen de exportaciones que mantiene hacia el mercado mexicano. Autoridades del país asiático han manifestado su inconformidad, al considerar que el aumento de tarifas podría afectar el intercambio comercial bilateral.
Desde México, las autoridades han señalado que la decisión responde a una estrategia de política industrial que prioriza la generación de empleo, el impulso a la manufactura nacional y la atracción de inversiones productivas. También han subrayado que los tratados comerciales vigentes, como el T-MEC, no se verán comprometidos por esta reforma.
Analistas advierten que, si bien la medida podría beneficiar a sectores productivos nacionales, también podría traducirse en un incremento de precios para ciertos bienes importados, lo que impactaría tanto a empresas como a consumidores. El debate sobre sus efectos económicos continuará conforme se acerque su entrada en vigor en enero de 2026


