El presidente Donald Trump ha dejado claro que el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T‑MEC) será el único acuerdo de libre comercio que conservará apertura comercial general, sin aranceles para la mayoría de exportaciones, entre los 14 tratados vigentes de Estados Unidos. Todos los productos que cumplan con las normas del T‑MEC están exentos; en caso contrario, México se enfrenta a un 25 % y Canadá a un 35 % de aranceles.
Trump ha aplicado en el resto de sus tratados una tarifa mínima del 10 %, y ha amenazado con aumentos más severos. Sin embargo, el T‑MEC se mantuvó intacto gracias a la alta integración económica entre los tres países, especialmente en la manufactura de automóviles y autopartes.
Expertos y funcionarios mexicanos consideran que esta decisión refleja una interdependencia inevitable: México depende enormemente de los mercados de Estados Unidos, y ambos comparten cadenas productivas que podrían dañarse con bloqueos arancelarios.
En paralelo, Trump extendió por otros 90 días la vigencia de los aranceles actuales —25 % a autos y fentanilo, 50 % a acero, aluminio y cobre— para los productos no cubiertos por el T‑MEC. Como contraprestación, México se comprometió a eliminar barreras comerciales no arancelarias y a reanudar negociaciones dentro de ese plazo.
El gobierno mexicano ha interpretado este movimiento como una muestra de fuerza estratégica, señalando que el T‑MEC ha “sobrevivido” y que representa un marco más justo que el antiguo TLCAN.