El rapero, hermano pequeño del miembro de los Backstreet Boys Nick Carter, ha sido hallado sin vida en la bañera de su casa en California.
La vida le sonrió mucho y muy pronto al cantante de pop Aaron Carter hasta que, también demasiado rápido, dejó de hacerlo. Este sábado, la policía ha hallado su cadáver en la bañera de su casa de Lancaster (California).
Tenía 34 años. El portal estadounidense de cotilleos TMZ, toda una referencia en estos asuntos, fue el primero en dar la noticia de su muerte. Los servicios de emergencias recibieron una llamada a las once de la mañana. Era un vecino, avisando del ahogo. De momento, no han trascendido más detalles del suceso.
Hermano de otra estrella, Nick, de los Backstreet Boys, Aaron Carter comenzó su carrera musical a los siete años como líder de la banda local Dead End. Su primera aparición pública como solista fue dos años después, en 1997, como telonero en Berlín de la boy band de su hermano. Pronto consiguió un contrato de grabación y publicó su primer sencillo, Crush on You. El debut discográfico largo, Aaron Carter, fue ese mismo año disco de oro rápidamente en varios países, entre ellos, España. En total, vendió un millón de copias.
En sus siguientes discos, Aaron’s Party (2000) y Oh Aaron (2001), abundó en la receta de pop comercial dirigido a adolescentes del primero. Las listas de ventas siguieron sonriéndole y giró con estrellas como Britney Spears. El cuarto álbum, Another Earthquake!, llegaría en 2002 con ciertas señales de madurez. “Crecer puede resultar tan extraño”, cantaba en la segunda canción, To All the Girls. Aún no había cumplido los 15.
Los años siguientes dieron la razón a esa letra. Se sucedieron los problemas con su representante, la sequía creativa y los tumbos por las cunetas de la fama. Participó en 2009 Dancing with the Stars, donde se tuvo que conformar con un quinto puesto, y tonteó con otros experimentos de telerrealidad. Hizo alguna colaboración con raperos como Flo Rida o Busta Rhymes, se tatuó unas cuantas veces y regresó a los escenarios. En 2012, murió su hermana Leslie a los 25 años, a causa de una sobredosis. En 2018 publicó un disco en el que supo sumarse al sonido de su época; dejó atrás el pop y abrazó el r&b con tintes raperos que extendió su reinado por el final de la década pasada.
En los últimos años llegaron nuevos problemas legales y con las drogas. En 2019, su hermano Nick pidió una orden de alejamiento por amenazas de muerte a su esposa, Lauren Kitt. “Debido al comportamiento cada vez más alarmante y de su reciente confesión de que alberga pensamientos e intenciones de matar a mi mujer embarazada y a nuestro hijo nonato, no nos ha quedado otra elección que tomar todas las medidas posibles para protegernos a nosotros y a nuestras familias”, escribió el cantante entonces.
En septiembre de ese año, Aaron contó en una entrevista que padecía un trastorno bipolar, además de esquizofrenia, depresión y ansiedad. Quiso reforzar su confesión mostrando la ristra de medicamentos que le habían sido recetados.
Ese mismo mes, la policía se presentó cuatro veces en su casa alertada por llamadas que hablaban de que amenazaba con autolesionarse y que tenía un arma. Poco después, su representante, Steve Honig, emitió un comunicado en el que informaba de que el cantante iba a ingresar en un centro de rehabilitación. “Aaron ha decidido entrar en una institución para mejorar su salud y trabajar en su bienestar general. Necesita un buen bofetón que lo despierte y espero que esto lo sea, porque tiene mucho talento y necesita parar de hacer lo que está haciendo”. Aún no está claro qué lo mató este sábado, pero todo indica que ese bofetón nunca hizo su efecto.
CRÉDITOS: REDACCIÓN EL PAÍS