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“Ganadería mexicana controla 700 mil cabezas: un ciclo afectado por el cierre de frontera con EE. UU.”

La industria ganadera mexicana enfrenta una crisis sin precedentes: en el último ciclo, se dejaron de exportar entre 700,000 y 800,000 cabezas de ganado, según estimaciones del presidente de la Unión Ganadera Regional de Chihuahua, Álvaro Bustillos Fuentes. Esta parada abrupta en el comercio internacional ha repercutido fuertemente en la economía de los productores, especialmente en entidades del norte del país, cuyos ciclos ganaderos están a punto de reiniciarse en septiembre.

El cierre de frontera con Estados Unidos —principal socio comercial en compra de ganado vivo— ha afectado la estabilidad económica de familias y empresas dedicadas a la ganadería. “Muchos productores dependen de esos ingresos para mantener sus operaciones”, advirtió Bustillos Fuentes, quien también señaló que la situación agrava los costos logísticos y el sostenimiento de los animales retenidos.

Esta coyuntura contrasta con los recientes esfuerzos binacionales para contener la plaga del gusano barrenador (miasis bovina), cuya presencia en animales exportables fue el detonante original del cierre. Entre las medidas recomendadas están la regionalización sanitaria, liberación de moscas estériles y control epidemiológico —iniciativas que ya han permitido avanzar en la reapertura de pasos fronterizos.

Aun cuando algunos puntos fronterizos ya comenzaron a recibir ganado —como Agua Prieta, donde cruzaron cerca de 900 cabezas tras dos meses de suspensión —, la magnitud de lo retenido refleja una afectación profunda en el sector.

 

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