La capital de Chihuahua vive uno de los momentos más complejos en materia de disponibilidad de agua. Aunque en los últimos años se han impulsado planes y estrategias para garantizar el recurso a largo plazo, la realidad muestra que los avances han sido insuficientes para responder a la demanda diaria de la ciudad.
Las autoridades municipales han apostado por una planeación más técnica y de largo alcance, con el objetivo de mejorar la gestión y asegurar el abasto futuro. Sin embargo, los retos persisten: varias zonas de la ciudad experimentan presión baja, interrupciones constantes y una infraestructura que requiere modernización urgente.
El deterioro de parques, áreas verdes y espacios públicos también evidencia la falta de agua suficiente para el riego, situación que afecta la calidad de vida y acelera el desgaste urbano. Mientras tanto, el crecimiento de la ciudad continúa aumentando la presión sobre los mantos acuíferos y la red de distribución.
La crisis hídrica obliga a que cualquier plan ya no quede solo en papel. La población demanda acciones visibles, soluciones inmediatas y una gestión que combine eficiencia, inversión y transparencia. Hoy, Chihuahua capital necesita pasar de la planificación a los resultados, antes de que la escasez avance aún más.


